Seguramente hayas oído hablar en muchas ocasiones de las smart cities aunque no tengas muy claro cómo funcionan o cuáles son las características de esas ciudades inteligentes. Puede que incluso hayas tenido que escuchar ciertas teorías sobre nuestra privacidad al aplicar la tecnología a casi cualquier aspecto de nuestro día a día pero, ¿te has parado a pensar cómo puede la tecnología cuidar la salud ambiental de las ciudades?
Iniciativa de las ciudades inteligentes
Las smart cities o ciudades inteligentes son aquéllas que mejoran sus servicios y solucionan ciertas cuestiones urbanas mediante el uso de la tecnología. Hace referencia a cualquiera de las facetas cotidianas de una ciudad, desde su movilidad, sus servicios sociales o cualquier otro aspecto que afecte a los ciudadanos. El concepto de ciudades inteligentes nació con el objetivo de crear ciudades más sostenibles en todos los sentidos, es decir, desde el punto de vista social, económico y, por supuesto, ambiental. En las smart cities se aplican las tecnologías de la información y de la comunicación para dotar a sus infraestructuras de sistemas que garanticen un desarrollo sostenible, una mejora de nuestra calidad de vida, una mayor eficacia de los recursos y, también, una participación activa de los ciudadanos en la vida diaria.
¿Por qué nacen las ciudades inteligentes?
La inmensa mayoría de la población mundial vive ya en ciudades y el porcentaje de personas que habitará zonas urbanas para 2050 se situará ya entre el 70 y el 85 por ciento de la población, según distintos estudios sociológicos y demográficos. Eso significa que los problemas habituales a los que se enfrentan las ciudades se multiplicarán y convertirán a los entornos urbanos en zonas altamente contaminadas, en las que sea cada vez más complicado vivir con una calidad de vida saludable. A mayor población, nuestras ciudades generarán cada vez más emisiones de dióxido de carbono, algo que se incrementará aún más por el aumento del tráfico rodado. Eso quiere decir también que el abastecimiento energético y la distribución de recursos y materias primas será más complicada, lo que empobrecerá nuestra alimentación y empeorará nuestro bienestar. Y, además, la masificación provocará un deterioro de los servicios sanitarios. Todo ello, por tanto, repercutirá negativamente en nuestra salud. Para evitarlo, nace la idea de las ciudades inteligentes, que se marca unos objetivos muy claros:
- Mejorar la eficiencia de las políticas urbanas.
- Reducir lo máximo posible los residuos.
- Fomentar la calidad de vida de las personas desde el punto de vista social y económico.
- Maximizar la inclusión social para evitar las desigualdades.
- Minimizar la contaminación de todo tipo para ganar en calidad ambiental y, en consecuencia, también en salud.
Un ejemplo de iniciativas encaminadas a mejorar la salud de las personas gracias a la tecnología es la evolución de los hospitales digitales, que tratan de solucionar ya ese problema de la masificación sanitaria de la que hablábamos.
Funcionamiento de las ciudades inteligentes
Una ciudad inteligente utiliza la tecnología para resolver todos los problemas presentes y futuros de la vida en zonas urbanas con el objetivo de hacerlas sostenibles y no agotar sus recursos ni empeorar la calidad de vida de las personas. Son muchas las maneras en las que se puede reorganizar el día a día de las ciudades desde todos los puntos de vista posibles. Existen numerosos proyectos diferentes, con iniciativas de lo más variadas, que convierten a una ciudad en sostenible. Aunque, para conseguir los objetivos, es clave la participación ciudadana. En las smart cities son los propios ciudadanos los que, en tiempo real, alertan de las necesidades de mejora, consciente o inconscientemente. Por ejemplo, sobre la frecuencia del transporte urbano o sobre la calidad del aire que respiran. En ese sentido, para que las autoridades responsables puedan tomar medidas, debe existir una interconexión que permita la comunicación inmediata. Una forma de obtener ciertos datos es colocar sensores en las calles. Así, las administraciones pueden saber si en un parking están ya cubiertas las plazas para poder cerrarlo y evitar atascos o cuántas personas suelen pasar a una determinada hora por un sitio concreto para saber cuánta iluminación necesita esa calle, por ejemplo.
Pilares básicos de las smart cities
Como ves, casi cualquier cosa que puedas imaginar que pueda mejorar la vida de las personas en las ciudades, reducir el consumo energético o gestionar de forma eficiente los servicios públicos puede resultar una idea positiva para lograr el objetivo de la sostenibilidad. Dos elementos básicos para poder poner en marcha proyectos de ciudades inteligentes son la inteligencia artificial y el internet de las cosas. Mediante el big data se puede obtener información muy valiosa para mejorar la vida de las ciudades y cada vez más administraciones y empresas se suman a esta tecnología para ahorrar recursos y hacer más eficiente el consumo. Y, por supuesto, lo que hablábamos hace un momento de la sensorización de las ciudades es una estrategia que proporciona importantes datos para construir entre todos las ciudades sostenibles del futuro.
Objetivos de la iniciativa de las ciudades inteligentes
Ya sabemos qué son las ciudades inteligentes y cómo funcionan y también nos hacemos una idea de cuáles son sus objetivos prioritarios:
- Mejorar la eficiencia energética.
- Procurar la sostenibilidad de la ciudad.
- Modernizar las políticas urbanas.
- Fomentar la calidad social y económica.
- Maximizar la inclusión social.
- Reducir los residuos y molestias.
En definitiva, las ciudades inteligentes y sostenibles son modelos en los que la tecnología está para mejorar la vida de las personas cuidando el medio ambiente. Sólo así mejorará nuestra salud y, por tanto, también nuestra calidad de vida, o viceversa. Como te decimos, cada vez hay más proyectos de smart cities en todo el mundo y, aunque te cueste creerlo, en España hay ejemplos muy positivos de esta tendencia urbana. En nuestro país existe una Red de Ciudades Inteligentes conformada por aquellas urbes que ya se han subido al tren de la sostenibilidad con la ayuda de la tecnología. Así, encontramos ejemplos como el alumbrado público de Barcelona o la gestión energética de Málaga, pero también tenemos que mencionar el esfuerzo de Madrid, Sevilla o la comunidad autónoma de Cantabria.