¿Qué es la esclerosis múltiple?

La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica autoinmune. Se trata de una enfermedad inflamatoria y neurodegenerativa del sistema nervioso central. Se ha convertido en la enfermedad neurológica incapacitante no traumática más común en adultos jóvenes. En las últimas décadas, la esclerosis múltiple está aumentando en todo el mundo, especialmente en mujeres.

Principales causas de la esclerosis múltiple

Se desconoce la causa exacta que provoca la esclerosis múltiple. Es una enfermedad de origen autoinmune, en la cual el propio sistema inmune de una persona ataca a sus propios tejidos. Este funcionamiento alterado del sistema inmune destruye la sustancia conocida como mielina, que recubre y protege las fibras nerviosas del cerebro y la médula espinal.

La mielina se puede comparar con el aislamiento de los cables eléctricos. Cuando la mielina que recubre se daña, la fibra nerviosa queda expuesta, por lo que los mensajes enviados a través de esa fibra nerviosa serán más lentos o se interrumpirán.

Se desconoce por qué la esclerosis múltiple se manifiesta en algunas personas y en otras no. Parece que tiene que ver con una combinación de factores genéticos y ambientales.

Factores de riesgo

Existen factores que pueden aumentar el riesgo de padecer esclerosis múltiple. Algunos de ellos son:

  • La edad. La esclerosis múltiple puede presentarse a cualquier edad, aunque es más frecuente entre los 20 y 40 años.
  • El sexo. Y es que son las mujeres las que tienen hasta 2 a 3 veces más probabilidades que los hombres de presentar esclerosis múltiple.
  • La raza. Son las personas de piel blanca, en especial de descendencia de Europa del norte, las que corren un mayor riesgo de tener esclerosis múltiple.
  • Enfrentarse a determinadas infecciones. Existen diversos virus que se han asociado al desarrollo de esclerosis múltiple, entre otros, el virus de Epstein-Barr, el cual provoca mononucleosis infecciosa.
  • Antecedentes familiares. El riesgo de padecer esclerosis múltiple es mayor si alguno de tus padres o hermanos la padece.
  • Antecedentes personales de otras enfermedades autoinmunes.
  • Determinada genética. Se ha demostrado la relación de un gen del cromosoma 6p21 con la esclerosis múltiple.
  • La obesidad. Se ha encontrado relación entre la obesidad y la esclerosis múltiple en mujeres, sobre todo con la obesidad infantil y adolescente.
  • El tabaco. Se relaciona a los pacientes fumadores con esclerosis múltiple con mayor riesgo de recidiva o nuevas crisis.
  • El clima. La esclerosis múltiple es más frecuente en países con climas templados. Parece que el mes de nacimiento también puede afectar a la probabilidad de desarrollar esclerosis múltiple, ya que la exposición al sol en embarazadas parece disminuir el riesgo de esclerosis múltiple en niños.
  • El déficit de vitamina D. Niveles bajos de vitamina D y una baja exposición solar se relaciona con un mayor riesgo de padecer esclerosis múltiple.

Principales síntomas de la esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple es una enfermedad que se caracteriza porque el paciente sufre un déficit neurológico focal. Este puede ser recurrente en la mayoría de los casos, así como también puede hacerse progresivo con el tiempo. Esto se traduce en que esta enfermedad es una enfermedad crónica, por lo que los pacientes también pueden presentar enfermedades añadidas u otras comorbilidades.

Los signos y síntomas que sufren los pacientes con esclerosis múltiple varían en relación a la ubicación y la gravedad del daño de la fibra nerviosa lesionada. También pueden variar según el paciente y durante el transcurso de la enfermedad.

En algunos casos, se pueden tener largos periodos de tiempo sin presentar nuevos síntomas. En casos de esclerosis múltiple avanzada se puede afectar la capacidad para la deambulación.

Como síntomas más frecuentes estarían:

  • Hormigueo.
  • Entumecimiento o debilidad en una o más extremidades, normalmente de un lado.
  • Debilidad muscular, rigidez muscular y espasmos.
  • Falta de coordinación.
  • Marcha inestable o dificultad para la deambulación.
  • Sensación de “descarga eléctrica” en la parte posterior de la cabeza y columna vertebral baja ante ciertos movimientos del cuello. En especial se produce al flexionar hacia adelante, lo que se conoce como signo de Lhermitte.
  • Alteraciones de la visión: visión borrosa, visión doble prolongada, pérdida de la visión parcial o completa en un ojo.
  • Mareos y vértigo.
  • Problemas de la vejiga. Como micción frecuente o urgente, micción frecuente en la noche, incapacidad para vaciar la vejiga, incapacidad para retener la orina con pérdidas urinarias.
  • Problemas intestinales. Como estreñimiento, diarrea o incontinencia fecal.
  • Problema en la función sexual. Dificultades para excitarse o tener un orgasmo.
  • Problemas del lenguaje: habla arrastrada.
  • Problemas cognitivos.
  • Cansancio o astenia.
  • Trastornos del ánimo, cambios emocionales.
  • Depresión o síntomas depresivos.

Esclerosis múltiple en mujeres: síntomas

Existen estudios epidemiológicos recientes que confirman que España es una zona de riesgo medio-alto de esclerosis múltiple. La prevalencia de esta enfermedad ha aumentado significativamente en toda España en los últimos años, especialmente entre las mujeres2.

La esclerosis múltiple tiene tres veces más incidencia en mujeres que en hombres, pudiendo afectar a las mujeres de manera diferente que a los hombres. Los síntomas de la esclerosis múltiple en las mujeres son similares a los de los hombres, pero pueden incluir problemas adicionales debido a los cambios hormonales.

Los síntomas de la esclerosis múltiple, además de los anteriormente comentados en las mujeres incluyen:

  1. Dolor. Las mujeres con esclerosis múltiple pueden tener más probabilidades de experimentar dolor como síntoma de la enfermedad que los hombres. En forma de dolor agudo o dolor crónico.
  2. Problemas sexuales. La esclerosis múltiple puede reducir la lubricación vaginal natural, lo que podría hacer que las relaciones sexuales fueran molestas o dolorosas.
  3. Efectos hormonales. Se podría tener agravamiento de síntomas en la semana previa a la menstruación, así como se ha observado que la actividad de la enfermedad puede variar en función de los niveles hormonales. El embarazo parece reducir temporalmente el riesgo de brotes de esclerosis múltiple, especialmente durante el segundo y tercer trimestre. Aunque también durante el embarazo hay síntomas que se agravan, como el cansancio, la dificultad para caminar y los problemas de vejiga e intestinales. A partir de la menopausia, los síntomas de la esclerosis múltiple pueden empeorar, posiblemente debido a la disminución de los niveles de estrógenos, aunque también podría tener que ver con el envejecimiento.

Tipos de esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple es una enfermedad impredecible del sistema nervioso y se puede dividir en 4 tipos o cursos de la enfermedad.

Síndrome clínicamente aislado

En la mayoría de los casos, la esclerosis múltiple se presenta inicialmente como un síndrome clínicamente aislado. Los síntomas del síndrome clínicamente aislado pueden variar de una persona a otra. Un episodio de síndrome clínicamente aislado puede durar por lo menos 24 horas. Estos episodios son característicos de la esclerosis múltiple, pero no todas las personas con síndrome clínicamente aislado llegan a tener esclerosis múltiple. La probabilidad de un segundo episodio y diagnóstico de esclerosis múltiple dependerá del resultado de pruebas complementarias como la resonancia magnética craneal.

Esclerosis múltiple recurrente remitente

La esclerosis múltiple recurrente remitente, es el tipo más frecuente de la enfermedad. Se presenta mediante crisis de síntomas neurológicos claramente definidos, que son nuevos o antiguos aumentados. Estas crisis también se conocen como recaídas o exacerbaciones. Las siguen períodos de recuperación o remisión parcial o completa. La esclerosis múltiple recurrente remitente se puede clasificar como activa, con recaída o evidencia de nueva actividad en imágenes de resonancia magnética durante un período de tiempo específico, o no activa. También se puede clasificar como con empeoramiento, teniendo un aumento de la discapacidad después de una recaída, o sin empeoramiento.

Esclerosis múltiple primaria progresiva

En la esclerosis múltiple primaria progresiva, las funciones neurológicas empeoran o la discapacidad aumenta desde el inicio de los síntomas, sin recaídas ni remisiones iniciales. La esclerosis múltiple primaria progresiva también se puede caracterizar como activa o no activa. También se puede clasificar como con progresión, con indicios de aumento de discapacidad con el tiempo, o sin progresión.

Esclerosis múltiple secundaria progresiva

La esclerosis múltiple secundaria progresiva, al comienzo de la enfermedad sigue el curso recurrente remitente. Ciertas personas con diagnóstico de esclerosis múltiple recurrente remitente pasarán a un curso progresivo secundario, en el que se evidencia que las funciones neurológicas empeoran progresivamente o la discapacidad aumenta con el tiempo. La esclerosis múltiple secundaria progresiva también se puede caracterizar como activa o no activa, así como también con progresión o sin progresión.

Tratamiento de la esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple es una enfermedad que no tiene cura. Existen tratamientos que ayudan a acelerar la recuperación de las crisis, cambiar el curso de la enfermedad y controlar los síntomas.

El uso de fármacos corticoides durante los brotes (recaídas, episodios agudos, o exacerbaciones) es el tratamiento de elección, permitiendo disminuir la duración y gravedad.

Existen además opciones terapéuticas que modifican el curso de la enfermedad como son: inmunosupresores, interferón de distintos tipos, acetato de glatiramer (Copaxone), Natalizumab, entre otros o la plasmaféresis. Se conocen como tratamientos modificadores de la enfermedad y se presentan en forma de dispensación por vía oral, inyección o en infusión.

También se usan tratamientos farmacológicos para el control de síntomas como la espasticidad, el dolor, los movimientos involuntarios o los trastornos psiquiátricos.

El déficit de vitamina D es un factor de riesgo ambiental bien conocido para la esclerosis múltiple. Además de su acción clásica a nivel óseo, la vitamina D podría tener un potente impacto sobre las citoquinas y la neuroinflamación. Dados estos efectos inmunomoduladores y su alta tasa de deficiencia en pacientes con esclerosis múltiple, la suplementación con vitamina D podría mejorar la inflamación durante la fase de recaída y atenuar la progresión de la enfermedad.

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