La madurez y el crecimiento progresivos del bebé provocan un aumento de las necesidades nutricionales del mismo. Hasta los 6 meses de vida la lactancia materna o, si no fuera posible, la lactancia con leche de fórmula aportan todos los nutrientes necesarios para el crecimiento y adecuado desarrollo del niño. Pero transcurrido ese tiempo es necesario aportar nuevos alimentos para que el bebé siga alimentándose de forma adecuada.
¿Cuándo es el momento adecuado para incluir cereales en el biberón?
Uno de los grandes grupos alimentarios que habrá que introducir en primer lugar son los cereales. Pero: ¿a partir de qué edad debemos introducirlos?
En realidad, no existe un consenso sobre el mejor momento de introducción de los cereales. Si bien es verdad que la alimentación en bebés durante los primeros 6 meses debe consistir exclusivamente en lactancia, se considera que algunos lactantes entre los 4 y 6 meses pueden comenzar a recibir pequeñas cantidades de cereales o de otros alimentos (frutas y verduras). Esto va a depender en gran medida de las preferencias de los padres, de la capacidad de sostén cefálico del niño, de la desaparición del reflejo extrusor del lactante (sacar la lengua al contacto de la boca con un sólido) y sobre todo, del interés del niño por esos nuevos alimentos.
Lo que es seguro es que a partir del 6º mes debemos introducir los cereales en la dieta de todos los lactantes (recordemos corregir la edad en los niños prematuros).
Beneficios de añadir cereales al biberón del bebé
Los cereales son alimentos muy nutritivos que aportan energía al cerebro y al cuerpo del lactante. Principalmente están compuestos de hidratos de carbono, pero además son una fuente abundante de fibra.
La “famosa” fibra es un compuesto de polisacáridos que tienen múltiples efectos beneficiosos en la dieta: la fibra insoluble ayuda al tránsito intestinal, dado que tiene una alta resistencia a la hidrólisis y acelera el paso de los alimentos a través del estómago y de los intestinos; la fibra soluble, por otro lado, atrae agua al lumen gastrointestinal favoreciendo la digestión y consiguiendo además reducir el colesterol.
Otros componentes beneficiosos que tienen los cereales son ácidos grasos, proteínas, vitaminas (sobre todo del grupo B) y algunos minerales como fósforo, potasio y, en menor cantidad, hierro y calcio.
Todos estos nutrientes que hemos mencionado cumplen funciones fundamentales en la construcción y mantenimiento de tejidos del lactante, en el desarrollo del sistema inmunitario y sobre todo en la provisión de cantidades de energía cada vez mayores que la lactancia no es capaz de aportar por sí sola a un niño de más de 6 meses.
Por eso, la alimentación complementaria no es una etapa de destete total de la leche sino un proceso de incorporación de nuevos alimentos a una dieta láctea exclusiva para que el niño vea cubiertas todas sus necesidades energéticas en estos momentos tan importantes del crecimiento.
Cómo preparar un biberón con cereales
Como bien es sabido, existen múltiples maneras correctas de preparar un biberón de leche. Lo mismo ocurre con la preparación de los cereales de los lactantes por lo que cada profesional implicado explicará el método que mejor conoce o con el que se siente más familiarizado.
En mi caso yo suelo explicarlo de la siguiente manera: primero debemos preparar la leche en el biberón (materna o de fórmula artificial con sus correspondientes ingredientes). Comenzaremos por añadir pequeñas cantidades de cereales (1-2 cacitos), que se van a ir aumentando progresivamente, según las necesidades y gustos de cada niño.
No existe un límite máximo de cacitos ya que depende de la cantidad de leche que utilicemos y de la demanda del niño. Además, cuanto más vaya creciendo y ganando peso el lactante, tendremos que adelantarnos a su mayor demanda de alimentos: es importante ofrecer alimento suficiente, sin excederse, ya que el crecimiento de un lactante viene precedido de un aumento de las necesidades de alimento y no al revés.
Consideraciones importantes
Elegir el cereal adecuado para tu bebé
Como vemos la preparación de los cereales se puede hacer de la manera anteriormente explicada o podemos optar por seguir las recomendaciones de madres, abuelas o tu médico pediatra, ya que dependerá mucho de gustos y costumbres. Lo que sí merece la pena precisar son dos consideraciones:
-
TIPO DE CEREAL
Existen muchos tipos de cereales en el mercado: pueden ser cereales integrales como los que encontramos en herbolarios o en tiendas especializadas, o pueden ser cereales en polvo ya preparados.
Los primeros son más naturales y suelen contener más fibra y partes naturales del cereal original (salvado y germen), con lo que conservan todas las propiedades saludables que se asocian al consumo de cereales. En cuanto a los cereales “de bote” o refinados es necesario comprobar que se trate de cereales con bajo contenido en azúcares, que sean de origen ecológico o que contengan fibras y otros productos añadidos para acercarse lo máximo posible a los cereales integrales.
-
¿CEREALES EN BIBERÓN O EN OTRO RECIPIENTE?
Los lactantes más pequeños están más familiarizados con el uso de tetinas (pecho, pezonera o tetina del biberón) como único método de alimentación. Eso no significa que muchos de ellos vayan a aceptar los cereales en un biberón por lo que debemos hacer distintas pruebas para ver la tolerancia del niño al nuevo alimento, observando que el dispositivo que utilizamos es el adecuado para las preferencias del lactante.
Es cierto que es preferible probar primero con el biberón para que se vaya familiarizando con las tetinas sintéticas, sobre todo en aquellos lactantes previamente alimentados con lactancia materna exclusiva. Si no las tolera o incluso queremos alternar, podremos probar con tazas, vasos antiderrame o cucharas con las que los niños más hábiles no sólo aprenden a comer un nuevo grupo alimentario si no que desarrollan habilidades motrices como el empleo de utensilios para comer.
Mitos y realidades sobre el biberón con cereales: “4 mitos sobre los cereales”
Mito número 1: los biberones de cereales por la noche aumentan las horas de sueño. FALSO
Este es el mito más conocido creado en torno a los cereales. El pensamiento tradicional de que, al espesar la leche con los cereales, el vaciado gástrico y la digestión van a ser más lentos ha llevado a emplear este método desde hace generaciones. Pero lo que la ciencia ha demostrado hasta la fecha es que no se producen diferencias significativas en la duración y la calidad del sueño en niños que toman cereales en el biberón de la noche respecto a los que sólo toman leche.
Pero entonces, ¿son malos los cereales por la noche? No, no hay que preocuparse. Los cereales no son malos por la noche ni van a alterar el sueño del lactante. Sólo es importante puntualizar que darlos no va a alargar los períodos de sueño del bebé.
Mito número 2: primero introducir cereales sin gluten y después cereales con gluten ¿FALSO?
Existen 4 tipos de cereales que contienen gluten: trigo, cebada, centeno y avena (este último en menor cantidad). El gluten es una proteína de reserva de los cereales, que además tiene un alto valor biológico, por lo que su introducción en la dieta del lactante es fundamental.
Desde hace años siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Europea de Gastroenterología se decía que era importante introducir el gluten después de los 4 meses y nunca más tarde de los 7 meses. Las principales razones eran evitar el riesgo de aumento de enfermedad celíaca y otras enfermedades autoinflamatorias. Recientes estudios han contradicho este tipo de opciones por lo que, aunque no existe un consenso entre todas las sociedades, el posicionamiento más extendido es el siguiente:
- Se recomienda introducir el gluten entre el 5º y 6º mes de vida.
- No es imprescindible empezar por cereales sin gluten, salvo en niños de 4 meses que es mejor empezar sin gluten (arroz o maíz).
- Evitar su introducción por encima de los 7 meses, aunque si no es posible introducirlo antes no se ha demostrado un aumento significativo del desarrollo de enfermedad celíaca.
Mito número 3: todos los cereales tienen azúcar VERDADERO, pero no todos los azúcares son malos
Los cereales son una fuente de hidratos de carbono, de los cuales una parte son azúcares naturales, beneficiosos para la dieta hasta un máximo orientativo de 10%. No existe ningún riesgo en relación con el azúcar presente de forma natural en los cereales integrales. El problema surge cuando los cereales procesados tienen una cantidad de azúcar que no está presente de forma natural.
La principal razón suele ser que al aumentar el contenido en azúcar, los cereales gustan más y, no solo se aumenta su consumo, si no que también se fideliza con una marca en concreto. Esto último son prácticamente cosas del pasado puesto que la mayor parte de marcas de cereales “de bote” han intentado reducir el porcentaje de azúcares añadidos de forma artificial al mínimo.
Mi recomendación es consultar siempre los ingredientes de los cereales que compremos (como de otros alimentos infantiles) con el objetivo de que no contengan azúcares añadidos y así se aproximen lo máximo posible a los cereales integrale.s
Mito número 4: las tortitas de arroz son una buena opción de merienda para los niños. FALSO
A veces observamos a niños que consumen en alguna comida del día las famosas tortitas de arroz. Su fácil manejo por su peso reducido y por su textura blanda las convierten aparentemente en un alimento ideal para los más pequeños, que además cuentan con pocos dientes en su cavidad oral. Pero lo que debemos conocer es que este alimento, aparentemente inofensivo y saludable, puede llegar a ser muy perjudicial para su salud.
Se ha observado que las tortitas que están hechas de arroz pueden contener altos niveles de arsénico, que pueden ser muy perjudiciales para la salud. El arsénico es una sustancia que se encuentra en la tierra y puede llegar a ser absorbida por las plantas quedándose dentro de las semillas como el propio arroz. El consumo de alimentos con alto contenido en arsénico puede provocar efectos nocivos para la salud, sobre todo a largo plazo.
La recomendación es no darles tortitas de arroz hasta los 6 años y entonces sólo se deberían consumir un máximo de 4 tortitas diarias.